En primer lugar, Jérémie Attali quería hacer de este espacio «una experiencia visual, olfativa y gustativa, así como deliciosas variedades» y darle un aire de huerto de verano, haciéndose eco del lema tantas veces repetido de Alain Ducasse: «Antes de la cocina, la naturaleza». A medida que avanza la temporada, encontrará tomates heirloom, calabacines amarillos y berenjenas. Las plantas aromáticas no han caído en el olvido: albahaca, salvia, menta y muchas otras. Los frutos rojos e incluso dos tilos para infusiones se instalan aquí.

Este huerto está rodeado de plantas decorativas, a veces espectaculares, y por todo el jardín, kiwis, madreselva, lúpulo, vides y glicina crean un auténtico vergel.

Un seto de rosales perfumados, un guiño a Baccarat: todas las rosas son blancas, salvo una, roja, en homenaje a la borla roja de cristal que marca cada lámpara de araña Baccarat.

Desde la entrada, un camino conduce al fondo del jardín.


Allí le recibe el murmullo de una pequeña fuente de agua, muy en el espíritu de los clásicos jardines franceses. En la taza, unas cuantas «ukidama» ―las bolas de cristal que utilizan los pescadores japoneses para sus redes― flotan suavemente.


En el otro extremo del jardín, pasada la terraza, se llega al invernadero de naranjos, creado bajo un porche cuya fachada totalmente acristalada se abre al jardín. Aquí, Jérémie ha reunido una variedad de cítricos ―limón, yuzu, limón caviar, mano de Buda, mandarina Rangoon―, así como algunas plantas raras, como una orquídea de vainilla.


El paisajista también concibió este jardín vivo como ejemplo de cultivo sostenible. Siguiendo los principios de la permacultura, el riego se reduce al mínimo y el mantenimiento se hace a mano, prácticamente sin maquinaria.


El jardín es también un paraíso para la biodiversidad, ya que alberga plantas que antaño eran endémicas de Île-de-France, pero que ahora son raras o incluso están en peligro de extinción, como el roble tauzin, la manzanilla romana, el clavel y especies de Vaccinium.

Jérémie Attali

Paisajista


Desde hace unos diez años, este joven de cuarenta años se ha hecho un nombre en el mundo. Precisamente desde que consiguió curar el jardín del Hotel Ritz de las numerosas patologías que padecía. Hoy en día, Jérémie Attali, con su empresa Yokai Paysage, aporta su saber hacer y su sensibilidad a numerosos clientes.

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